lunes, 22 de septiembre de 2008

ROSA LA SANTONA DEL DINERO

ROSA LA SANTONA DEL DINERO

Rosa bendice el dinero, lo hace fluir hacia mí. Rosa es una santona del bien material que camina descalza sobre charcas de ranas. Hizo dinero en la bolsa y ahora pone su dinero a circular. Rosa me enseña que por cada dólar que gane, cada euro, cada peseta fuera de circulación hay otro euro, otra peseta, otro dólar esperando en la reserva kármika de mi alma. Es la vida, cada uno obtiene lo que desea. Sólo tienes que poner a funcionar tu pensamiento visualizando lo que eres. Yo empecé a visualizar que era un genio escribiendo y miles de ideas llegaban a mi mente para que yo las escribiera. Rosa quería que yo no me sintiera como un desgraciado pensando que no valía nada. Porque cuando te sientes como un desgraciado pensando que no vales nada es cuando realmente no vales nada. Si piensas que eres el tonto de la familia serás el tonto de la familia. Rosa sabía que mi problema principal era un problema de autoestima, siempre me había sentido feo y despreciado y sentirme feo y despreciado hacía que fuera feo y despreciado. “Siente que eres un poeta y serás un poeta” ahí estaba la clave de todo, en la frase que Rosa me decía. Era bueno tener una novia que le elevara a uno la moral, aunque fuera una santona del dinero que caminaba descalza entre las charcas. Eran bellos sus ojos pálidos-azules y las comisuras de su boca hacia abajo en un rictus de tristeza del que piensa pesimista porque conoce la realidad. Recordé la frase de Ortega “Somos nuestros pensamientos” y me hizo recapacitar sobre lo que hacía en este mundo, sobre quién era yo…¿Quería seguir siendo un poeta maldito como a mis veinte años o esa etapa había pasado ya? Me resistía a madurar, madurar era lo que tenía que hacer. Madurar era lo necesario. Rosa me decía que tenía que atraer dinero hacia mí, eso era lo importante. Había puesto mi mirada hacia el exterior y no hacia el interior, había pasado la vida contemplando a las chicas de la calle y eso no era bueno para alguien que tenía que estar siempre mirando a su interior. Era necesario mirar dentro de uno y saber qué es lo que tiene de malo y qué es lo que tiene de bueno. Necesitaba autoestima, inspiración y fuerza. Rosa me daba todo eso y además me acercaba a las fuentes de las que manaba el dinero. Era un hombre afortunado.
Con Rosa iba al hipódromo, al casino, al bingo, a cualquier lugar donde se moviera el dinero. Pero también nos gustaba quedarnos en casa escuchando música romantica y retozando como dos cochinillos, era una vida feliz y despreocupada en la que yo recuperé mi autoestima y empecé a entender quién era yo y por qué era como era.

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